lunes, 21 de marzo de 2011

Rincón de Tinta.... Historia aun sin nombre U_U

Hola a todos los que se dan el tiempo de pasar por aquí  ^^
como el titulo lo dice esta es la sección donde pondré historias, relatos, ensayos etc... 
tanto míos como como de amigos =3
esta vez les traigo algo que hace tiempo tengo en el archivador y que  aun no tiene nombre ( se aceptan sugerencias ^^ )
los dejo con el primer capitulo 


Capitulo I
La Cena



Ese día me levanté con una sensación extraña, era como si algo, aunque no sabía bien qué, fuera a suceder. Mi nombre es Luna Solar Jaramillo,( y sí, lo sé es una gran ironía del destino, pero me gusta mi nombre.) Soy la típica muchacha que cursa su primer año en la universidad, me gusta mucho leer y poseo una gran imaginación que a veces se me sale de control. 
Mi familia consta, además de mi, con 3 miembros: El primer integrante es Clara Jaramillo, madre amorosa que a pesar de haberse convertido en madre muy joven ( a la edad de 17 años) saco adelante una carrera en psicología. Ahora tiene una consulta propia con la que a ganado prestigio en el rubro, además de publicar artículos e investigaciones en numerosas revistas y universidades. A pesar de todo el trabajo que pareciera tener se da el tiempo para estar con su familia.
El segundo miembro de esta familia es mi perrito Max, un cocker spaniel color café con manchas blancas de 5 años. Sus pasatiempos son dormir, perseguir pájaros, extrañamente los gatos le dan lo mismo, mirar a través de la reja a la gente que pasa por la calle, en fin, cosas de perros. 
Y por ultimo esta mi Papá quien murió de cáncer cuando yo tenia 6 años. La verdad es que no recuerdo muchas cosas acerca de él, pero de algo estoy segura, nos amaba mucho a mamá y a mí. 

Mi mamá sufrió mucho más que yo la muerte de mi padre, no es que yo no lo amara pero tenia 6 años en ese entonces y los niños pequeños sufren de forma distinta a los adultos, si bien había perdido a mi padre, había ganado un ángel guardián de por vida, además quería ser fuerte por mamá. Recuerdo que los primeros meses fueron difíciles Clara solía llorar a escondidas para que yo no pudiera verla, pero siempre fue pésima para el escondite y la encontraba muy fácilmente, yo me apoyaba en su pecho y ella me envolvía con sus brazos. Así nos quedábamos hasta dormirnos. Hoy en día mi Madre después de que le insistiera hasta el cansancio que rehiciera su vida por que de seguro mi papá quería que ella fuera feliz tanto o más que yo, conoció a un buen hombre que la hace feliz. Su nombre es Arturo Cienfuegos, un profesor de la universidad en la que estudio mi mamá. El señor Arturo es alto, delgado y bastante buen mozo, es separado y tiene un hijo más o menos de mi edad al cual no conozco, ya que siempre que salimos con el señor Arturo su hijo esta con su madre que vive en el extranjero y que viene a verlo de vez en cuando.

Como había dicho antes, ese día me levante con una sensación extraña pero lo deje de lado, era un día esplendido y se suponía que me iba a juntar con mis amigas, a las que no veía hace algún tiempo y que extrañaba bastante, en la pequeña cafetería del centro cerca de mi librería favorita. Cuando me levanté mi desayuno estaba listo y junto a él una notita que decía:

“Cariño tuve que irme mas temprano, te dejo tu desayuno solo caliéntalo un poco. Recuerda la cena con Arturo, hay algo importante que queremos contarte.
Besos 
Mamá 
PS: recuerda la cena a las 20:30 en el restorante de siempre. Saludos a tus amigas”

Mamá siempre me dejaba este tipo de notas cuando tenia que salir rápido, al principio me molestaba un poco, ahora las encuentro bastante divertidas, ya que era su forma de decirme que se preocupaba por mí. Procedí a tomar mi desayuno: una taza de leche con chocolate, unas tostadas y un vaso de jugo de naranja. Luego del desayuno, le serví el suyo a Max, Croquetas para perro sus preferidas y después lo bañe. Cuando termine de hacer todas las cosa para esa mañana ya eran cerca de las 12 del día, si se preguntan, hasta ahora todo transcurría como un domingo cualquiera, con excepción de aquella extraña sensación con la que me había despertado esa mañana. El resto del día transcurrió tranquilo, sin contar con que Max volvió a perseguir al gato del vecino mientras regaba el ante jardín y que me costo un mundo atraparlo luego de que salio a la calle, tuve que perseguirlo por media cuadra mientras el ladraba y corría feliz.

Eran cerca de las 3 cuando estaba lista para irme, nos habíamos puesto de acuerdo de reunirnos a las 4: 30 y como siempre soy yo la que tiene que esperar porque llega temprano, decidí que si tenía que esperar, era mucho mejor hacerlo en un lugar como aquella librería. 

Me encantaba esa pequeña librería, repleta de libros tanto antiguos como nuevos, se podía encontrar todo tipo de géneros desde las más intrincadas novelas de misterio, hasta lo más grande en libros de historia universal. Cuando me canse de regodearme entre las novedades, me dirigí a la cafetería. 

Me senté en una mesa cerca de la ventana a esperar a mis amigas, recuerdo que a Elisa le gustaba decir que entrar en esa cafetería era como retroceder en el tiempo y tenia razón, era como entrar a una cafetería del Paris de los años 20, elegante y a la vez acogedora, a todas nos encantaba. En fin, aun quedaba algún tiempo antes de que mis amigas llegaran, lo cierto es que siempre me toca esperar, pero como el hombre es “un animal de costumbres,” me acostumbre a llevar siempre conmigo algo para hacer mas amena la espera, ya sea algo de música o algún libro, esta vez le tocó el turno al libro, la lectura del día era uno de mis grandes favoritos “Crepúsculo”. Me apasionan las historias fantásticas, más si hay vampiros de por medio ya que son mis criaturas góticas favoritas, aunque lo que mas me gustaba de este libro era la apasionante historia de amor entre Bella la frágil humana con muy mala suerte y Edward, el elegante, educado, inteligente y seductor vampiro.

Las campanitas de la puerta repiquetearon cuando esta se abrió, automáticamente levante la vista hacia la puerta con la esperanza de que mis amigas entraran por ella pero este no era el caso, el que entró fue un chico de unos 19 o 20 años, pero nunca le apunto con las edades así que no importa. Se sentó 2 mesas delante de la mía, no le preste más atención y volvía a hundir la cara en mi libro. Pasado un tiempo, no más de 10 u 11paginas, llegaron mis amigas. 

Como siempre me hice la ofendida, solo por molestar un poco y ellas para seguirme la corriente se deshicieron en disculpas del estilo “lo siento, lo siento, lo siento” o “disculpa, no vuelve a pasar”, eso por parte Ana, Mónica y Francisca pero Elisa era harina de otro costal, es de las que usan los “abrazos de oso” para hacerte soltar palabra, aunque te asfixiara en el intento. A decir verdad no puedo enojarme con ellas son de mis mejores amigas y la quiero mucho, como si fueran mis hermanas.
Hablamos de muchas cosas mientras tomábamos algunos jugos acompañados de trozos de pastel. Mónica seguía con su trabajo de medio tiempo que tanto le gustaba y con sus estudios de sociología; Ana se encontraba en una época de reflexión a cerca de las relaciones humanas, luego de enterarse de que su novio( ahora ex-novio) la engañaba, sufrió bastante pero Anita es fuerte y sensata y no tardó en darse cuenta de que no valía la pena sufrir por él; Elisa seguía con sus idas y venidas entre el hospital visitando a su mamá, el trabajo, la universidad y la casa donde debe lidiar con sus 4 hermanos, aunque no le dan muchos problemas ya que todos cooperan pero como Elisa es la mayor, es ella la que manda mientras mamá y papá no están; Francisca seguía viviendo sola en un departamento cerca de donde estudia, se va en bicicleta a la universidad todos los días, además de los entrenamientos en el Dojo de Karate al que asiste desde que era pequeña, siempre encontré que eso del Karate no iba con ella porque Fran es delgada y se ve muy frágil como una muñeca de porcelana.

- ¿y como está tu mamá Elisa?- pregunto Mónica mientras tomaba otro trago de su jugo de mango.
- Bien, según el Doctor de seguir así le dará el alta muy pronto.
- Si, tu mamá no es de las que se quedan mucho tiempo quietas en un solo lugar- dijo Ana, que solía hacer ese tipo de comentarios
- ¡Hay! Ni lo menciones, yo creo que el doctor le dará el alta solo por cansancio.- 

Dicho esto nos reímos mucho, de pronto sentí que alguien nos estaba mirando, aunque con lo fuerte estábamos riéndonos, no era de extrañar pero aun así era incomodo. Las chicas comenzaron a hablar en voz baja entre ellas, yo las miré extrañadas.

- Este…Lu - dijo tímidamente Francisca- no se como decirte esto pero…
- Huy! Lo que la Fran esta tratando de decir es que el chico de la mesa de enfrente te esta mirando- soltó Mónica de repente.
- N…no creo…

No estoy muy segura, pero parece que en ese instante sentí o mejor dicho me di cuenta que el foco de esa extraña sensación se encontraba al frente, levanté la vista y lo vi ahí en la mesa de enfrente, mirando por encima de su libro, por una milésima de segundo sus ojos se encontraron con los míos. Sentí tanta vergüenza que inmediatamente desvié la mirada, mientras mis amigas se dividían entre mirar furtivamente al chico y molestarme, por mi parte seguía roja como tomate.
- ¡huy Luna estas matando! 
- ¡ya córtenla, dejen de mirarlo! Agh! ¡Que vergüenza!.
- no te preocupes ya no está mirando para acá

Al oír eso volví a levantar la vista y esta vez, sí me fije bien en él. Estaba sentado justo frente a mí con un libro en una mano y en la otra una taza, probablemente de café, t tenía el cabello oscuro y usaba lentes sin marcos. La verdad es que era un chico muy guapo, pero sin duda lo que encontré más atractivo de él fueron sus ojos o mejor dicho su mirada. Mientras pensaba esto otra vez su mirada se topó con la mía, baje la mirada, supuse que estaba muy avergonzada y roja como tomate por el calor que quemaba mis mejillas. Tímidamente volví a levantar la vista y lo que vi me dio mas vergüenza, ahora el estaba leyendo otra vez pero en su rostro tenia una media sonriza, de seguro se estaba burlando de mí.

- La tierra a Luna, ¡Luna!
- AUCH!- Elisa me había pellizcado la mejilla- ¡Elisa eso me dolió!
- Lo siento pero estabas como ida
- ¿¡Y quien no!? El chico de la mesa de enfrente es bastante guapo.
- Mónica baja la voz, te va a escuchar – dijo Francisca, que siempre se ruborizaba con ese tipo de comentarios.

Pero era típico de Mónica salir con esos comentarios, en otras circunstancias me le habría unido pero la situación era bastante incomoda; Ana, como siempre, solo observaba con una media sonrisa en la cara y esa mirada de “Que situación más graciosa e interesante”; Francisca seguía discutiendo con Mónica por sus comentarios y Mónica la seguía molestando; Elisa por su parte continuaba pellizcándome, era de esos juegos que probaban si ella se rendía primero o a mi se me acababa la paciencia. Estaba a punto de decirle que parara cuando recordé algo muy importante y me levante de golpe

- ¡¿Qué hora es?!- pregunté algo alterada 
- Son casi las 7
- ¡Rayos! ¡Voy a llegar tarde!
- Luna cálmate un poco y baja la voz

Mire alrededor, todos en la cafetería se voltearon a mirar, me volví a sentar roja como tomate (otra vez). Escuche muchas risas ahogadas pero lo peor fue escuchar al tipo de en frente reírse a carcajada limpia, de nuevo se estaba burlando de mi y ni siquiera disimulaba ¡huy! ¡Que rabia! Si algo me había gustado de ese tipo ahora lo odiaba.

- me tengo que ir…- dije al cabo de un rato
- Buuu!!- dijeron a coro Elisa y Francisca
- Ustedes dos no escucharon nada de lo que nos dijo Luna ¿cierto? 
- Mmm… no recuerdo bien… y tu Fran?
- Bueno, yo tampoco
- ¡Moni Refréscanos la memoria! - otra vez a coro
- Lu tiene una cena importante con su mamá
- Ah! Cierto…. Entonces que haces aquí todavía?
- Deberías irte
- ¡Eso estoy diciendo! Ustedes dos a veces me sacan de quicio 

Mientras esperábamos la cuenta, el tipo de enfrente se levantó, guardó sus cosas y se dirigió a la puerta, esta vez no me importo seguirlo con la mirada. Cuando llegó a la puerta me dirigió una sonrisa pero esta vez fue una sonrisa distinta, no era de burla o de altanería, era más bien una sonrisa dulce que me dejó con el corazón a mil por hora. 

Cuando llegue a mi casa eran casi las 19:45, la cena era a las 20:30, tenía que arreglarme y estar lista en no más de 20 minutos para llegar a tiempo, si no Clara me mataba. Mientras me bañaba recordé que la cena era para contarme algo importante, de seguro muy importante si mamá me obligaba a ponerme ese vestido azul que tanto le gustaba. El vestido era muy simple pero elegante, me caía hasta la rodilla y terminaba en puntas, se sujetaba con tirantes y tenia media espalda. En el cuello me puse mi collar favorito, el último regalo de cumpleaños que me dio mi papá y como me daba miedo perderlo o que me lo robaran lo usaba sólo para ocasiones especiales, como esta. Me tomé el cabello en un medio moño e hice algo que por lo general no hago, me puse zapatos de tacón de esos que se amarran como zapatos de ballet, son preciosos pero odio los tacones porque no le ayudan mucho a la gente con problemas de coordinación como yo. 

El restauran de siempre era donde solíamos ir para el cumpleaños de Clara. Con mucho espacio y muy elegante, el “midnight Sun” se caracteriza por su exquisitas comidas, gran atención y por presentar a sus clientes el mejor servicio con música en vivo y pista de baile o eso decía el folleto promocional. 
Cuando llegué, Clara y Arturo estaban sentados en una mesa del centro cerca de la pista de baile.

- Luna que gusto verte- la voz de Arturo era profunda y envolvente
- hola Arturo, hola mamá 

Besé a mi madre en la mejilla y cuando me senté a su lado me percate de que en la mesa había otra silla más.

- ¿Estamos esperando a alguien más?
- Sí, a mi hijo 

De pronto se me ilumino la ampolleta, si el misterioso y esquivo hijo de Arturo también iba a estar presente, sólo podía significar… pero no estaba segura y no quería hacerme falsas ilusiones 

- cariño de seguro que se van a llevar muy bien. Alex es un chico maravilloso
- mamá! ¡¿Acaso tú ya lo conoces?!

No pude evitar sorprenderme y sentirme ignorada, era la única que no lo conocía a ese chico. Clara me explico que lo conoció hace un par de meses en la oficina de Arturo y que habían conversado amenamente, que era un chico amable, sincero, simpático, inteligente y muy guapo, que estaba estudiando Literatura en la misma universidad en la que yo estudio Artes visuales y que su hobbie era la fotografía; en conclusión conquisto a mi madre muy fácilmente.
El celular de Arturo comenzó a sonar, este contestó después de cruzar un par de palabras con su interlocutor colgó, pidió disculpas, se levanto de la mesa y se dirigió hacia la puerta. Lo más probable era que mi cara fuera de una incertidumbre sin precedentes porque mi mamá no tardó en explicarme que Arturo había ido a buscar a su hijo.

- Alex es una excelente persona y es muy inteligente pero el pobre carece totalmente de sentido de la orientación, se pierde muy a menudo cuando sale solo, según lo que me a dicho Arturo.
- Oh! Vaya… 

Me compadecí del pobre chico, tener mala orientación o carecer de ella es una gran molestia y lo sé por experiencia propia pero no suelo perderme (muy a menudo.) Al cabo de unos 5 minutos veo entrar a Arturo con alguien detrás de él, mi madre se levanto de un salto y se dirigió a saludar, al que supuse que era, el misterioso hijo de Arturo. 

- me alegra mucho volver a verte Alex.- le dijo Clara que estaba de pie justo en frente del chico impidiéndome verlo bien desde donde yo estaba sentada.
- Lo mismo digo señora Clara
- Solo clara ¿quieres?
- Oh! Sí, si claro como tu gustes Clara

La voz de Alex era profunda pero no tanto como la de su padre, era una voz dulce y atrayente. Recordé como la autora de “Crepúsculo” describe la voz de Edward, lo hace como aterciopelada. Estaba en estas divagaciones cuando escuche que mi madre pronunciaba mi nombre para presentarme, me levante de la mesa, pero ahí me quede pasmada. 

- bueno Alex esta es mi hija, Luna- me tomo del brazo y me jaló hacia ellos
- mucho gusto, Yo soy Alex Cienfuegos, el hijo de Arturo.- me tendió la mano amablemente con una sonrisa en los labios, una sonrisa muy familiar…

¡No podía creerlo! Ahí frente a mí estaba el chico de la cafetería, si no fuera porque mi madre estaba junto a mí y que tenia su mano en la mía, me habría dado un ataque. Era él, segurísimo que era él, pero no podía preguntárselo así nada más. Su semblante no parecía haber cambiado, estaba muy tranquilo lo que quería significar una de dos posibilidades. La primera es que no se había percatado de que era la chica de la cafetería o la segunda opción y la mas probable según mi cabeza era que si se había percatado de quien era y que estaba actuando como si nada para molestar.

- Luna, hija, ¿estás bien? 
- A sí, si mamá estoy bien; mucho gusto Alex- tomé la mano que me había tendido hace algunos instantes- por fin te conozco, me han hablado mucho de ti - le dije mientras trataba de fingir una sonrisa y que me saliera amable.
- Si, a mi también me han hablado mucho de ti Luna.

¡Otra vez! La misma sonrisa que en la cafetería, es sonrisa que pareciera decir “si, me estoy burlando de ti”, me enfadé y quise darle un puñetazo justo en medio de esa cara para borrarle esa estúpida sonrisa pero soy una señorita así que me contuve, por ahora.

Después de esa extraña e incomoda situación, nos sentamos y ordenamos la cena. La conversación fue la típica conversación-interrogatorio y aunque no quería caer en el enorme magnetismo de aquel chico, me vi compartiendo sus opiniones en varias ocasiones.

- y la pobre se quedo encerrada en el armario.
- ¡mamá!- huy! Odiaba que contara ese tipo de historias vergonzosas sobre mi
- Tranquila Luna, a todo el mundo le pasan ese tipo de cosas alguna vez.

Arturo siempre la justificaba cuando me exasperaba un poco con ella, no se que es lo que hacia pero siempre lograba que me calmara, por cierto Alex sólo se reía de las historias que clara inocentemente le contaba. 

Seguía preguntándome si realmente era el chico de la cafetería, pero Alex no parecía estar conciente de mi molestia hacia él o bien sólo me ignoraba. Mientras él hablaba no podía evitar mirarlo, bien lo admito, sí era muy guapo con porte de modelo, el cabello color chocolate, unos ojos profundos de color miel, una voz y una personalidad atrayentes. Mónica y las demás hubieran estado mirándolo en bobadas con ojos como platos y el sólo imaginar esa graciosa escena me subió el animo. De pronto la música de ambiente cambio para dar paso a un hermoso vals, el favorito de Clara. Arturo se puso de pie y galantemente le tendió la mano a Clara con un romántico “me concede esta pieza bella dama” que dejo a mi madre con el rostro iluminado por una extraña luz y con un “nada me encantaría más, mi galante caballero” en los labios. Escenas de ese tipo que marcaban un 10 mil en la escala del cursi-metro eran habituales con esos dos, era como un juego un tipo de código que solo ellos conocían. Arturo era uno de esos hombres criados a la antigua muy galantes y románticos como pocos quedan y a Clara por su parte, le encantaba seguirle el juego. 
Mirarlos bailar era una verdadera delicia, se movían con gracia y elegancia por la pista de baile, complementando perfectamente los movimientos del otro.

- no sabia que Clara bailara tan bien
- así es, mi mamá solía bailar mucho antes de que yo naciera. Míralos se ven tan felices juntos
- si así es.

Me estaba mirando fijamente mientras me decía eso, con la cara apoyada en su mano. En esa pose parecía salido de una fotografía de publicidad. Yo le dedique una mirada de pocos amigos.


- ¿que quieres?
- Siento un poco de hostilidad en tu voz
- ¿solo un poco?
- No se cual sea tu problema pero me gustaría que nos lleváramos bien 
- Está bien, pero por favor deja de mirarme así
- Es que no puedo evitarlo, me pareces sumamente interesante y graciosa, como cuando te estabas riendo con tus amigas en la cafetería.
- ¡Lo sabia!¡ eras tú!

El si me había reconocido y además seguía burlándose de mi, estaba tan enojada que casi tomo mi vaso de agua y se lo tiro por la cabeza, a ver si así se le borraba esa sonrisa de la cara, pero usé todas mi fuerza de voluntad para controlarme, no deseaba arruinar la noche especial de Arturo y Clara que de seguro deseaban que Alex y yo nos lleváramos bien.
Cuando regresaron de su muestra de habilidades en la danza, Clara y Arturo nos encontraron sumidos en el silencio, él con su sonrisa de “me encanta reírme de ti” y yo haciendo lo posible por ignorarlo. Las caras de nuestros padres demostraban que no comprendían el incomodo ambiente que había entre nosotros, no quise explicarles nada porque estaba muy mosqueada y abrir la boca en esos instantes seria solo para decir alguna pesadez que arruinaría la cena. En ese instante recordé porque habíamos venido en primer lugar, se suponía que mamá y Arturo tenían algo muy importante que decirnos y que hasta ahora parecían haber olvidado. Interrogue a mi madre con la mirada esperando recordarle este hecho, ella me sonrió, le dijo algo a Arturo en el oído y luego hablo:
- creo que ya es tiempo de decirles porque les hemos pedido que vinieran aquí en primer lugar, es un asunto muy importante para nosotros y queremos que sean los primeros en enterarse porque son lo mas importante en nuestras vidas y su opinión vale mas que la de cualquier otro.
- Luna, estoy seguro que sabes lo mucho que amo a tu madre y que lo único que deseo es su felicidad.
- Claro, si no fuera así yo no dejaría que estuvieras con ella- Arturo me miro con convicción sabia que hablaba en serio y que también le creía
- Alex se que nos conocemos hace poco pero ten por seguro amo a Arturo y que él me hace inmensamente feliz…

Se interrumpió a mitad de su discurso, ya que la voz comenzó a quebrarse, pero al ver la inmensa decisión brillando en sus ojos no quise interrumpirla o mejor dicho no me atreví a hacerlo.

- Cariño, mi Luna, mi pequeño ángel guardián… a veces pienso que tu me cuidas más a mi que yo a ti pero eso te hace ser quien eres, esa inmensa preocupación por los demás, esa mirada de convicción en frente de aquellas cosas que quieren impedirte el paso y que tu enfrentas por muy difíciles que sean, tu mal genio, tu torpeza, tu ingenuidad enfrente de algunas cosas…todo lo que eres me hace sentir inmensamente orgullosa de ser tu madre y se que él también se siente orgulloso de la estupenda mujer en la que te estas convirtiendo.
Cuando Daniel murió, sentí una enorme desolación y vacío en el corazón, un vacío que te encargaste llenar casi por completo, poco a poco el convivir contigo y con la enorme responsabilidad de haber sido madre tan joven, tu existencia ha sido mi soporte principal todos estos años.
El caso es que a pesar de sentirme enormemente afortunada y feliz por ser tu madre, me sentía vacía como mujer hasta que el tiempo se encargo de volver a encontrarme con Arturo quien poco a poco fue llenando aquél vacío de mi corazón.

- Alex, se que sufriste mucho cuando tu madre y yo nos divorciamos, ambos cometimos muchos errores que a la larga terminaron por separarnos pero quiero que sepas que si de algo estoy seguro es que tanto Elisa como yo no nos arrepentimos de haberte dado la vida, eres mi mayor orgullo….
Lo que queremos decirles es que le he pedido a Clara que se convierta en mi esposa, claro que si ninguno de ustedes se opone.

¡Oponerme! ¿Acaso creía que me iba a oponer a su felicidad? Estaba completamente alucinada con la idea, que no me percate de que Alex no parecía compartir mi punto de vista, las palabras de su padre debieron recordarle muchas cosas dolorosas ya que su semblante había cambiado completamente, la estúpida sonrisa que tanto me molestaba se había borrado de su rostro y miraba serio a su padre.

- ¿que ocurre hijo?
- No es nada papá, estoy muy feliz por ustedes- abrazo a ambos y la sonrisa volvió a su rostro aunque algo forzada.
- Luna, espero que sepas que yo no trato de reemplazar a tu padre…
- Arturo- le dije mirándolo a los ojos- tu nunca reemplazaras a mi padre… porque ninguna persona es igual a otra, de igual manera el amor que se siente por uno es muy distinto al que se siente por otro… mi madre te ama y tu la amas a ella eso es lo único que importa. 

Mis palabras, que sonaron extrañamente maduras aunque algo empalagosas, provocaron lágrimas de emoción en mi madre quien me envolvió con sus calidos brazos al igual que cuando era pequeña. Sobre los hombros de Clara, pude ver a Alex con la mirada extrañamente iluminada y con una nueva sonrisa en los labios. Esta vez fue una sonrisa mucho más natural y parecía evocar que su alma había encontrado repentinamente la iluminación.
¿Acaso mis palabras habían tenido algo que ver en ese repentino cambio?

La cena siguió estupendamente, hablamos de muchas cosas, entre ellas la fecha de la boda que seria en 2 meses más. Había tanto que hacer y que pensar que pase por alto un pequeño e ínfimo detalle. 

- un momento… ¡¿Dónde van a vivir?!- se me escapó a trompicones por la boca, mientras Clara y Arturo me miraban aguantando las carcajadas.
- Cariño es “donde vamos a vivir” Bueno esa es otra de las razones por las cuales les pedimos que vinieran… 
El “vamos” extrañamente remarcado de esa oración me hizo darme cuenta de que hubiera sido mejor mantener la bocota cerrada, sus palabras me dejaban solo con una opción y era precisamente es opción la que no quería oír.
- como sabes Luna desde hace mas o menos un año Alex vive con Arturo en ese pequeño departamento…

¡No lo digas! 

- …como nos vamos a casar y nuestra casa es demasiado grande sólo para las dos…

¡No lo digas! En verdad ¡No lo digas!

- creímos que era buena idea que…

No, por favor te lo ruego, no lo digas…

- Arturo y Alex vivieran con nosotras.

Demasiado tarde, lo dijo y una vez que lo hizo no había marcha atrás, cuando algo se le metía en la cabeza no hay quien sea capaz de persuadirla. A menos que ¡a Alex le molestara la idea tanto como a mi! Si ambos uníamos fuerzas podríamos hacer dudar a nuestros padres, pero tan pronto esta idea alivio mi alma, tan pronto se desvaneció. 

- Por mi no hay ningún problema, me agrada la idea ¿acaso no piensas lo mismo Luna?

Su tono de voz irónico me hizo querer golpearlo justo en mitad de la cara, su sonrisa de complacencia me hizo querer ahorcarlo pero utilicé todas mis fuerzas para controlar mis impulsos asesinos.

Ahora comprendía la extraña sensación con la que me había levantado esa mañana, esa sensación de que algo extraño iba a pasar, pero nunca pensé que seria lo que terminaría con mi tranquila y casi normal vida. Use todas las fuerzas que me quedaban para pronunciar las palabras que me condenarían, tomé aire, mire a Alex con la mirada mas amenazadora que tenía y dije casi entre dientes.

- no….a mi tampoco me molesta la idea… 

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